Desde hace unos años llevamos oyendo hablar de nuevos proyectos vinícolas capitaneados por gente de fuera del sector. Grandes empresarios, futbolistas, cantantes, actores… todos quieren disfrutar ahora del vino desde dentro.
Hay mucha gente en contra de este fenómeno. Integristas del vino, que sólo admiten que si tu bisabuelo tenia bodega y tú has nacido bajo una cepa tienes derecho a ser bodeguero.
No entiendo esta obsesión de endogamia, que no se exige en ningún otro negocio. Cualquiera puede montar un restaurante sin saber ni dónde esta la cocina de su casa, un bar de copas siendo abstemio, una librería sin saber leer o una fabrica de tornillos aunque no sepas ni montar un mueble de Ikea. Pero vino, ah no, aquí solo podemos estar “los de toda la vida”.
Este absurdo empeño en desterrar de las bodegas a cantantes y deportistas, llamando advenedizo a quien no tiene el mapa de los ríos vinícolas en su cara, además de contraproducente para el vino, no demuestra más que desconocimiento de nuestra Historia.
Si consideramos el nacimiento de la industria moderna de nuestro sector a finales del XIX, cuando por consecuencia de la filoxera nacen las primeras bodegas de esta era, veremos que fueron industriales de Bilbao, nobles y burgueses (de la ciudad) los que fundaron la mayoría de las bodegas riojanas. Y así ha seguido hasta nuestros días, donde propietarios de empresas de limpieza, distribuidores de Coca-Cola, pescadores o fabricantes de cemento, nos dan algunas de las mejores alegrías con sus magníficos vinos.
Por otro lado, debemos felicitarnos cada vez que alguien que triunfa en otros sectores viene al nuestro. Nos traen su popularidad, su saber hacer, su profesionalidad, sus nuevas ideas… y su dinero.
El que llega de fuera, normalmente, profesionaliza la gestión de la bodega. El empresario, futbolista o cantante, suele tomar la posición de “capitán de equipo”. Él tiene unas ideas básicas de lo que quiere, y se rodea de técnicos que dominan cada área: diseño, comercial, comunicación, administración, viticultura y enología, etc. El capitán escuchara a todos, analizará y repartirá el trabajo.
¡Cuantas veces hemos echado de menos esta profesionalidad en viejos bodegueros de toda la vida! Horribles bodegas hechas en naves reconvertidas (yo no necesito arquitectos de esos!), espantosas etiquetas que asustan (me la ha hecho mi niño, que pinta muy bien!) o nefastas planificaciones comerciales (como la chica habla inglés la he puesto a vender!)
No despreciemos a nadie, ni a los que están ni a los que quieran venir. Todos hacen falta en un sector en una crisis mayor que la coyuntural, donde cada día se consume menos y no llegan nuevos consumidores por detrás. Hagamos como la Formula 1, donde todos juntos: escuderías, pilotos, circuitos, publicidad, medios y patrocinadores, reman en la misma dirección, por el bien del sector.
Sobre el autor
Ignacio de Miguel Poch es enólogo y consultor, y asesora veinte importantes bodegas españolas.