Vivimos en una época donde cada día surgen nuevas plataformas y aplicaciones... pero éstas van desapareciendo a la misma velocidad. Con cada anuncio de que un determinado software dejará de actualizarse, o de que una plataforma digital cerrará, el Internet que recordábamos va desintegrándose poco a poco.
A diferencia del hardware, que aún podemos encontrar en museos, colecciones privadas o funcionando en manos de entusiastas, el software tiende a desvanecerse sin dejar rastro...
Una historia de desapariciones digitales
Quienes crecieron en la era dorada de la mensajería instantánea recuerdan con nostalgia plataformas como MSN Messenger o Yahoo! Messenger. Eran mucho más que simples herramientas de comunicación; eran espacios donde se forjaban amistades, se vivían romances y empezábamos a construirnos una identidad digital.
Hoy, todo lo que queda de ellas son capturas de pantalla, vídeos en YouTube o recuerdos difusos en blogs de tecnología. Sin embargo, los archivos binarios, las interfaces interactivas y la experiencia de usuario que definieron toda una generación han desaparecido. Ya no hablemos de la posibilidad de volver a usarlos, pues dependían de servidores de empresas concretas.
Y en el caso de MSN Messenger, ya ni siquiera podremos recurrir a su sucesor oficial, pues ya sabemos que Skype se sumará en breve al cementerio del software.
El problema, claro, no se limita sólo a las aplicaciones de mensajería. Programas emblemáticos como Adobe Flash Player o plataformas como Google+ o Google Reader también han sido retirados, dejando tras de sí meros ecos de lo que alguna vez fueron. En algunos casos, estas plataformas han llegado a cerrar incluso antes de ofrecer alternativas viables para preservar los contenidos creados con ellas.
El legado efímero del software
La desaparición del software plantea una serie de interrogantes sobre su preservación digital: a diferencia de los libros, que pueden ser archivados en bibliotecas, o del ya mencionado hardware, el software requiere de ecosistemas funcionales para poder ser experimentado: no basta con guardar los archivos ejecutables si no existen los servidores que los soportan, los sistemas operativos compatibles o las licencias de activación necesarias para ejecutarlos.
El término 'abandonware' designa aquel software que ha sido "abandonado" por sus desarrolladores, editores o propietarios legales. Este abandono puede deberse a múltiples razones: la empresa ha desaparecido, el producto ha sido descontinuado sin sustituto directo, o simplemente ha quedado obsoleto en el mercado actual.
A diferencia del software de código abierto o gratuito, el abandonware no es legalmente libre: aunque su distribución se tolera en algunos casos, técnicamente sigue estando protegida por derechos de autor, y muchas empresas no permiten la distribución de software obsoleto, incluso cuando ya no le dan soporte. Esto complica los intentos de archivistas y entusiastas por conservar estas piezas de la historia digital.
¿Quién está salvando el software?
Frente a esta desaparición silenciosa, han surgido algunas iniciativas que buscan preservar el software y las experiencias digitales. Archive.org, más conocido por su Wayback Machine que conserva sitios web antiguos, ofrece también una amplia biblioteca digital de programas 'retro' en su sección de software...
...sin embargo, el pulso legal que mantienen sus responsables con las principales editoriales del mundo (que ya ha sufrido un primer contratiempo, y que no hace más que multiplicar sus costes legales) pone en riesgo la continuidad del proyecto. Y eso por no mencionar el acoso de los cibercriminales.
También es muy conocido Vetusware, un repositorio online especializado en software antiguo para sistemas operativos como MS-DOS, Windows 3.x y Windows 95. Su misión es preservar y difundir programas históricos que ya no están disponibles en el mercado, muchos de los cuales fueron fundamentales para usuarios domésticos y empresas durante los años 80 y 90.
Gracias al software conservado en Vetusware, de hecho, pudo publicarse en HD uno de los primeros 'memes' de la historia de Internet.
Otro ejemplo destacable es ArchiveOS, un proyecto que se enfoca en la conservación de sistemas operativos antiguos, muchos de los cuales han desaparecido del mapa tecnológico. ArchiveOS ofrece archivos descargables y documentación sobre distribuciones Linux olvidadas, versiones experimentales de Windows, Unix antiguos y otros sistemas poco conocidos.
No sólo cementerios, también intentos de resurrección (a lo Frankenstein)
Existen también comunidades de entusiastas y desarrolladores que han creado emuladores y servidores privados para mantener vivos algunos programas, aunque muchas veces operan en la ilegalidad o bajo amenazas de cierre por parte de las compañías propietarias.
Estas comunidades suelen usar ingeniería inversa, servidores personalizados y software de código abierto para sus fines. Un ejemplo paradigmático de ello es 'Escargot', un servidor alternativo que modifica antiguos binarios de MSN Messenger y nos permite volver a chatear como en los 2000 (¡incluyendo los zumbidos!).
Imagen | Marcos Merino mediante IA
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