Cuando los gurús tecnológicos auguraban el futuro de la programación hace apenas unos años, casi todas las miradas apuntaban a una dirección: las plataformas low-code y no-code serían las protagonistas indiscutibles del desarrollo de software.
Lo que pocos vieron venir fue que las herramientas de inteligencia artificial generativa revolucionarían completamente el tablero de juego, pavimentando el camino hacia lo que hoy conocemos como 'vibe coding'.
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Las grandes promesas del low-code
En 2020, la consultora Gartner lanzó una predicción en uno de sus informes: "para 2025, el 65% del desarrollo de aplicaciones se realizaría mediante herramientas low-code y no-code". Plataformas como Bubble o Retool, que permiten crear aplicaciones con mínimos conocimientos de programación, parecían destinadas a democratizar el desarrollo de software.

Un informe de Red Hat de febrero de 2018 respaldaba esta visión, asegurando que "las soluciones low-code/no-code tienen el potencial de reducir el tiempo de desarrollo en un 90%". Lo cierto es que hasta hace unos años, las plataformas de low-code o no-code, eran tendencia debido a que permitían programar sin apenas necesidad de conocimientos técnicos.
El repaso estadístico sobre low code que la plataforma G2.com mostró en 2021 se sumó al optimismo con otra encuesta: "El 80% de los encuestados cree que usar low-code puede liberar tiempo a los desarrolladores para trabajar en proyectos de mayor nivel". Democratizar el desarrollo de software mientras los programadores profesionales se centraban en desafíos más complejos parecía ser una de las metas.
La IA adelanta por la derecha
Sin embargo, en 2025, la realidad contradice rotundamente aquellas predicciones. Gergely Orosz, reconocido ingeniero de software y autor, decidió comprobar qué había ocurrido con aquellas ambiciosas proyecciones. La encuesta que lanzó en X hace unos días arrojó resultados esclarecedores: de 1.491 profesionales, apenas un 6,6% afirmó estar utilizando principalmente soluciones low-code, mientras que un abrumador 85,7% negó emplearlas.
¿Qué ha pasado entonces? La respuesta tiene un claro protagonista: la inteligencia artificial.
Mientras los analistas se centraban en las bondades del low-code, la inteligencia artificial se desarrollaba a pasos agigantados en un segundo plano. Hoy por hoy, las herramientas basadas en inteligencia artificial generativa han sido adoptadas por millones de personas, entre ellas programadores. Según la encuesta de Stack Overflow de 2024, el 76% de los desarrolladores estaban utilizando o planeaban utilizar herramientas de IA en su proceso de desarrollo ese año, un incremento respecto al 70% del año anterior.
Lo más significativo es que el 62% ya estaban utilizando activamente estas herramientas, frente al 44% del año anterior. Este crecimiento es una prueba de lo mucho que ha calado la IA en los procesos de desarrollo.
Eso sí, las plataformas de no code no se han quedado atrás y, algunas plataformas conocidas como Bubble ya han implementado sistemas basados en modelos de lenguaje de IA para programar sin la necesidad de conocimientos técnicos. De esta manera, se podría decir que la IA también ha transformado el no code.
El auge del 'vibe coding'
En este nuevo panorama ha emergido el concepto de 'vibe coding', un enfoque donde los desarrolladores describen "la esencia" de lo que quieren crear, y las herramientas de IA generan el código correspondiente. Este método ha demostrado ser más intuitivo y adaptable que las plataformas tradicionales de low-code para aquellos que no disponen de conocimientos técnicos, ya que a menudo este tipo de plataformas quedan limitadas por sus propios frameworks predefinidos.
A diferencia del low-code, que requiere adaptarse a un entorno específico con sus propias limitaciones, el vibe coding permite a los programadores mantener su flujo de trabajo habitual mientras la IA actúa como un asistente ultra-capacitado que entiende tanto el lenguaje natural como las intenciones del desarrollador.
A pesar de sus bondades, el vibe coding también tiene su parte negativa. Y es que aunque puede facilitar la rápida generación de código, éste puede acabar siendo difícil de mantener, contener errores o vulnerabilidades de seguridad, y no siempre sigue las mejores prácticas de desarrollo. Además, depender excesivamente de estas herramientas puede limitar el aprendizaje de los propios desarrolladores y dificultar la resolución de problemas complejos sin intervención humana. De ahí la importancia de que los desarrolladores sepan determinar y localizar los errores que la IA pueda generar y aplicar correcciones en base a su conocimiento técnico.
Lo irónico es que la IA parece estar cumpliendo mejor que el low-code la promesa de democratizar la programación. Mientras que las plataformas no-code siguen requiriendo aprender sus entornos específicos, las herramientas de IA permiten a personas sin formación técnica avanzada especificar en lenguaje natural lo que necesitan.
Para algunos desarrolladores profesionales, la IA se ha convertido en un potenciador de productividad. Si bien podemos llegar a augurar el alcance que pueden suponer este tipo de herramientas en un futuro, todo indica que aún no hemos rasgado siquiera la superficie, pero también será importante determinar sus implicaciones negativas a medio y largo plazo.
Imagen de portada | Marc Mintel
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