Sólo necesitaba Internet, así que lo dejó todo y lleva 25 años de crucero. Pero este millonario se está jugando la salud

Ha logrado crear su propio 'metaverso': "Vivir la vida en un crucero es básicamente escapar de la realidad: sales del mundo que conoces y dices, no quiero ser parte de ese mundo nunca más. Quiero crear mi propio mundo, mi propia realidad"

Crucero
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Durante más de 25 años, Mario Salcedo ha vivido una vida que, para muchos, podría parecer sacada de un sueño: enlazando crucero y crucero, viviendo y trabajando en el mar, desde la comodidad de un lujoso barco y sin las preocupaciones de su antigua vida en tierra firme (que ahora apenas pisa una quincena de días al año).

Conocido como 'Super Mario' entre la tripulación y los pasajeros de los barcos de Royal Caribbean, este inversor financiero cubano, antes afincado en Miami, ha convertido la navegación en su modo de vida permanente. Pero esta elección de vida también ha traído consecuencias inesperadas.

De las finanzas al mar

La historia de Salcedo comenzó en 1997, cuando decidió tomar unas vacaciones en un crucero tras años de arduo trabajo en el sector financiero. La experiencia le impactó tanto que sólo dos años después abandonaba su antigua vida y comenzaba su travesía sin retorno: a diferencia de la mayoría de los pasajeros que disfrutan de estos viajes como un escape temporal, él los transformó en su hogar flotante.

"No tengo vacaciones. La gente viene aquí para pasar unas vacaciones. Yo no, yo estoy aquí para vivir mi vida".

Su filosofía de vida se basa en la idea de escapar del mundo tradicional y crear su propia realidad, una en la que no tiene intención de volver a tierra firme por largo tiempo. Afirma que, para él, la felicidad radica en la libertad que le ofrece la vida en el mar: sin hipotecas, sin preocupaciones por el mantenimiento del hogar y sin la rutina de la vida en tierra.

La rutina de un viajero permanente

Para financiar su estilo de vida, Salcedo trabaja de manera remota a bordo del barco. Se le puede ver en su 'oficina', una mesa en la cubierta con un letrero escrito a mano (indicando que es la "Oficina de Super Mario") donde pasa varias horas al día revisando sus inversiones.

Ahí tiene todo lo que necesita para trabajar: Internet. Y, gracias al rendimiento de sus inversiones, logra costearse un estilo de vida en el que gasta entre 70.000 y 100.000 dólares anuales, reservando sus travesías con 150 viajes de antelación para evitar cambios constantes de camarote.

Lejos de aburrirse con la monotonía de los cruceros, Salcedo ha establecido una rutina organizada en su vida cotidiana a bordo: su jornada transcurre entre paseos por la cubierta, copas de whisky, espectáculos nocturnos y encuentros con otros pasajeros. Prefiere reservar camarotes interiores sin balcón, ya que apenas pasa tiempo en ellos, limitando su uso a dormir y ducharse.

Las consecuencias de vivir en el mar

Sin embargo, esta elección de vida también ha tenido efectos inesperados en su salud. Tras más de dos décadas navegando sin cesar, ha desarrollado el denominado "mal de desembarque", un trastorno neurológico poco común que provoca una sensación persistente de balanceo y oscilación incluso cuando la persona se encuentra en tierra firme.

En su caso, la afección se ha vuelto crónica, hasta el punto de que ha perdido su "equilibrio terrestre" y le resulta difícil caminar en línea recta cuando desciende del barco:

"Estoy tan acostumbrado a estar en barcos que me siento más cómodo en el mar que en tierra".

Por esta razón, evita bajar a puerto salvo en contadas ocasiones, como para tomar un avión hacia su próximo crucero, visitar su apartamento en Miami o atender cuestiones bancarias o médicas.

Un futuro incierto

Por ahora, Salcedo goza de buena salud, un factor determinante para que pueda seguir viviendo a bordo de los cruceros. Las navieras, incluidas las de Royal Caribbean, prohíben que pasajeros que requieran atención médica constante viajen a bordo. Mientras su estado de salud lo permita, planea seguir navegando por los mares, fiel a su lema de que el mar es su hogar y la tierra un simple trámite necesario.

Imagen | Marcos Merino mediante IA

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